"...-¿Qué hacen? - susurró Bastián -. ¿Qué clase de juego es ése? ¿Cómo se llama?
—Es el juego de la arbitrariedad - respondió Árgax. Les hizo señas a los jugadores y gritó -: ¡Bravo, muchachos! ¡Adelante! ¡No os detengáis!
Luego se volvió a Bastián y le cuchicheó al oído:
- Ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje. Por eso he inventado ese juego para ellos. Como ves, los entretiene. Y es muy fácil. Si lo piensas, tendrás que admitir que todas las historias del mundo, en el fondo, se componen sólo de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas y sólo cambia su combinación. Con las letras se hacen palabras, con las palabras frases, con las frases capítulos y con los capítulos historias. Mira, ¿qué pone ahí?
Bastián leyó:
HGIKLOPFMWEZVXQ
ZXCVBNMASDFGHJKLÑ
QWERTYUIOP
ASDFGHJKLÑ
MNBVCXZLKJHGFDSA
POIUYTREWQAS
QWERTYUIOPASDF
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ASDFGHJKLÑZXC
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NLKJHGFDSAMNBV
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- Sí
- se rió sofocadamente Árgax
- , casi siempre pasa eso. Pero si se juega mucho tiempo, durante años, surgen a veces, por casualidad, palabras. No palabras especialmente ingeniosas, pero por lo menos palabras. «Calambrespinaca», por ejemplo, o «choricepillo, o «pintacuellos. Sin embargo, si se sigue jugando cien años, mil años, cien mil años, con toda probabilidad saldrá una vez, por casualidad, un poema. Y si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de historias, incluida ésta en la que precisamente estamos hablando. ¿Es lógico, no?
- Es horrible
- dijo Bastián.
- Bueno
- dijo Argax
- , depende de cómo se mire. Ésos de ahí... digamos... se dedican a ello apasionadamente. Y además, ¿qué otra cosa podríamos hacer en Fantasia con ellos?.."