jueves, 17 de noviembre de 2011

striptease

"Y entonces, ella giró la cabeza a la derecha para bajar el mentón hasta apoyarlo en el hombro del mismo hemisferio.
Y despegó sus párpados regalándole esos ojos y esa mirada cristalina que lo mantenía hechizado. Apenas esbozó con sus delgadísimos labios una sonrisa para acto seguido ofrecerle la espalda y amagar con marcharse dando convincentes tres pasos hacia el horizonte, permitiéndole disfrutar por completo de su espléndida figura, en ese dulce intento de fuga. Yendo hacia adelante y atrás, supo hamacarse ingenuamente sobre sus talones y sus puntas de pie, que le hicieron ganar durante algunos segundos unos centímetros de más a su estatura. Con las manos hacia adelante, los dedos de cada una atenazándose mientras los codos apuntaban hacia afuera; mordiendo y masticando los últimos rastros de eso que llaman pudor, en un pestañear, felina seriedad la recubrió durante ese instante en que uno mantiene la respiración antes de echarse al vacío.
Ella, siempre determinada, aferró pegando las palmas de ambas manos sobres su orejas el sombrero del que se despojó, como si tratara de un casco, con solo estirar en su totalidad los brazos hacia arriba. Su diestra descendió por debajo de la axila antagónica para demostrar habilidad y frescura al liberarse del accesorio, arrojándolo mientras se intuía felizmente el rubio oleaje de un mar que era un racimo de bucles espumantes desplegándose por su cuello y frente. Desde sus hombros, desaparecieron sus extremidades superiores buscando en la espalda el acceso al tesoro propio de mil y una noches; ese al que sus dedos bien sabían cómo acceder al susurrarles a sus botones la orden de "ábrete sésamo", mientras uno a uno iban sucumbiendo para dejar caer, deslizándose en un paso, el vestido, que era lo único que cubría su desnudez. Se le trabó en sus caderas, por lo que ella lo ayudó a descender hasta sus tobillos. Se deshizo de él sacando una pierna por vez. Adivinando la ausencia de colorada pigmentación en sus mejillas, la heterogénea y blanca palidez de sus pechos y sexo resplandecían como un vitreaux monocromático, a medida que volvía a acercarse punteando con sus dedos la ondulada melena cien por ciento dorada."


Extraído de "Siete y el Tigre Harapiento"

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Desollando palabras

"...Recomendar al lector el método en su día a día: tome las palabras, péselas, mézalas, vea la manera como se unen, lo que expresan, descifre el airecillo bellaco con que dicen una cosa por otra y venga a decirme si no se siente mejor después de haberlas desollado. A las palabras hay que arrancarles la piel. No hay otra manera para entender de qué están hechas."

Extraído de "Cuadernos de Lanzarote" - José Saramago

sábado, 12 de noviembre de 2011

Una luna para papá


"Del primer período de su vida le había quedado una costumbre muy especial: dondequiera que estuviese y cualesquiera que fuesen las circunstancias, las noches de luna llena nunca salía de casa. Cuando todos dormían, apoyaba la escalera contra la pared, subía a la azotea y se instalaba allía mirar la luna, canturreando.

¿Canturreando?

¿Qué podía canturrear, si no se sabía ninguna melodía ni letra, ni conocía ningún canto del eternamente enamorado poeta medieval Baba Taher, ni había oído hablar de los poemas amorosos del famoso líder sufí?

Aquella luna llena se la había llevado consigo de Ispahán. La noche de Ispahán estaba repleta de estrellas y la luna colgaba como una lámpara celestial por encima de las mezquitas encantadas.

Si uno se encuentra en la plaza de Nagshe Yahan en una noche clara y extiende los brazos, puede poner la luna en la palma de su mano. Los antiguos poetas persas siempre la atrapaban de ese modo en sus versos.

A Aga Akbar también lo cautivaba aquel cielo. En sus noches solitarias subía a hurtadillas al tejado de la mezquita de Yome, se sentaba en el suelo, se rodeaba las rodillas con los brazos y se quedaba mirando la oscuridad. La noche lo unía con lo inexplicable, con Alá y con el amor. Tal vez la mejor manera de describirlo sea citando los siguientes pareados de un antiguo poema épico: 

Az neistan chon mara bobidré an 
az nafiram mardo zan nalidé an.
Sitie jaham shárhe shárhe az feraj
 ta beju yam sharhe dárde esh tiyaj... 

Todo persa conoce este poema, o al menos estos cuatro versos, que se cantan cuando se está enamorado.
Si bien Akbar nunca pudo oír la letra, canturreaba esa canción.Trata de una caña que es cortada del cañaveral para fabricar una flauta. La caña se queja así: 

Desde el preciso instante en que me cortaron, 
todos me tocan y comparten conmigo sus nostalgias, sus anhelos.
Yo también busco un corazón que el anhelo haya quebrado, 
para compartir con él mi propia nostalgia. 

Un buen día pedí prestado un proyector de películas. Al caer la noche, cuando salió la luna llena y mi padre se disponía a trepar hasta la azotea por la escalera de mano, lo agarré de la manga y le dije:—¡Ven aquí! Voy a enseñarte algo.

Él se resistió; quería ir a ver su luna.

—Escúchame, no hace falta que subas al tejado. Te tengo preparada una luna en el cuarto de estar.
No entendió.

—La luna —le indiqué por medio de gestos—. La he metido en ese aparato. Para ti. ¡Ven a mirar!
Mi padre esbozó la típica sonrisa que exhibía cuando no entendía lo que intentaba explicarle. Le acerqué una silla y corrí las cortinas.

—¡Siéntate! —gesticulé antes de apagar la luz.

Él vaciló un momento y luego se sentó, con la mirada fija en la pantalla.

Encendí el proyector. Primero aparecieron unas palabras en inglés,seguidas bruscamente de una luna nueva. No se percibía aún ninguna reacción por parte de mi padre, que continuaba observando en silencio. De forma sucesiva fueron surgiendo en la pantalla una luna creciente, una media luna y una luna llena. Mi padre se volvió y me buscó con la mirada, detrás del aparato.

Ésa no era la luna de Ispahán, sino la de Estados Unidos, inalcanzable y con un fondo de color azul oscuro. A continuación, la pantalla mostró el Apollo XI.

¿Era capaz mi padre de entender la relación existente entre la luna y el Apollo XI ?

Unos minutos después, el cohete alunizaba y, por primera vez en la historia, el hombre ponía el pie en la superficie lunar. Apagué el proyector y la luna desapareció. Mi padre permaneció sentado en la silla, con las manos apoyadas en las piernas, como si estuviese rezando. No encendí la luz; dejé que siguiera un momento más así. Me quedé mirándolo, mirando a mi querido y anciano padre. Sólo apreciaba su sombra y su cabellera gris, centelleante en la oscuridad."


Extraído de "El reflejo de las palabras" - Kader Abdolah

miércoles, 9 de noviembre de 2011

una simple rata devoradora

“...Mi devoración, al principio, era tosca, orgiástica, descentrada, cochina —me daba igual emprenderla a mordiscos con Faulkner que con Flaubert—, pero pronto empecé a percibir sutiles diferencias. Me di cuenta, al principio, de que cada libro poseía un sabor distinto —dulce, amargo, agrio, agridulce, rancio, salado, ácido—, y según fue pasando el tiempo y mis sentidos ganaban en agudeza, llegué a captar el sabor de cada página, de cada frase y, finalmente, de cada palabra: todas traían consigo una ordenación de imágenes, representaciones mentales de cosas que yo desconocía por completo, dada mi limitada experiencia del llamado mundo real: rascacielos, puertos, caballos, caníbales, un árbol florecido, una cama sin hacer, una mujer ahogada, un muchacho volador, una cabeza cortada, siervos de la gleba que levantan la cabeza al oír el aullido de un idiota, el silbido de un tren, un río, una balsa, el sol entrando al sesgo en un bosque de abedules, la mano que acaricia un muslo desnudo, una choza en la jungla, un monje que se muere.”

Extraído de "Firmin"

lunes, 7 de noviembre de 2011

Filosofía filosa

La navaja de Ockham (a veces escrito Occam u Ockam), principio de economía o principio de parsimonia (lex parsimonia), es un principio metodológico y filosófico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Carta a San Martín

A más de las cuatrocientas frazadas remitidas de Córdoba, van ahora quinientos ponchos, únicos que he podido encontrar; están con repetición libradas órdenes a Córdoba para que se compren las que faltan al completo, librando su costo contra estas Cajas.
Está dada la orden más terminante al gobernador intendente para que haga regresar todos los arreos de mulas de esa ciudad y de la de San Juan; cuidaré su cumplimiento.
Está dada la orden para que se remitan a Vd. mil arrobas de charqui que me pide para mediados de diciembre: se hará.
Van oficios de reconocimiento a los cabildos de esa y demás ciudades de Cuyo.
Van los despachos de los oficiales.
Van todos los vestuarios pedidos y muchas más camisas. Si por casualidad faltasen de Córdoba en remitir las frazadas toque Vd. el arbitrio de un donativo de frazadas, ponchos o mantas viejas de ese vecindario y el de San Juan; no hay casa que no pueda desprenderse sin perjuicio de una manta vieja; es menester pordiosear cuando no hay otro remedio.
Van cuatrocientos recados.
Van hoy por el correo en un cajoncito los dos únicos clarines que se han encontrado.
En enero de este año se remitieron a Vd. 1.389 arrobas de charqui.
Van los doscientos sables de repuesto que me pidió.
Van doscientas tiendas de campaña o pabellones, y no hay más.
Va el mundo. Va el demonio. Va la carne.
Y no sé yo cómo me irá con las trampas en que quedo para pagarlo todo, a bien que en quebrando, cancelo cuentas con todos y me voy yo también para que Vd. me dé algo del charqui que le mando; y ¡carajo! no me vuelva a pedir más, si no quiere recibir la noticia de que he amanecido ahorcado en un tirante de la fortaleza.
Adiós, memorias a esas damas. Siempre será Usted íntimo

 2 de Noviembre de 1816 - en su carácter de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, dirigida a José de San Martín