Y despegó sus párpados regalándole esos ojos y esa mirada cristalina que lo mantenía hechizado. Apenas esbozó con sus delgadísimos labios una sonrisa para acto seguido ofrecerle la espalda y amagar con marcharse dando convincentes tres pasos hacia el horizonte, permitiéndole disfrutar por completo de su espléndida figura, en ese dulce intento de fuga. Yendo hacia adelante y atrás, supo hamacarse ingenuamente sobre sus talones y sus puntas de pie, que le hicieron ganar durante algunos segundos unos centímetros de más a su estatura. Con las manos hacia adelante, los dedos de cada una atenazándose mientras los codos apuntaban hacia afuera; mordiendo y masticando los últimos rastros de eso que llaman pudor, en un pestañear, felina seriedad la recubrió durante ese instante en que uno mantiene la respiración antes de echarse al vacío.
Ella, siempre determinada, aferró pegando las palmas de ambas manos sobres su orejas el sombrero del que se despojó, como si tratara de un casco, con solo estirar en su totalidad los brazos hacia arriba. Su diestra descendió por debajo de la axila antagónica para demostrar habilidad y frescura al liberarse del accesorio, arrojándolo mientras se intuía felizmente el rubio oleaje de un mar que era un racimo de bucles espumantes desplegándose por su cuello y frente. Desde sus hombros, desaparecieron sus extremidades superiores buscando en la espalda el acceso al tesoro propio de mil y una noches; ese al que sus dedos bien sabían cómo acceder al susurrarles a sus botones la orden de "ábrete sésamo", mientras uno a uno iban sucumbiendo para dejar caer, deslizándose en un paso, el vestido, que era lo único que cubría su desnudez. Se le trabó en sus caderas, por lo que ella lo ayudó a descender hasta sus tobillos. Se deshizo de él sacando una pierna por vez. Adivinando la ausencia de colorada pigmentación en sus mejillas, la heterogénea y blanca palidez de sus pechos y sexo resplandecían como un vitreaux monocromático, a medida que volvía a acercarse punteando con sus dedos la ondulada melena cien por ciento dorada."
Extraído de "Siete y el Tigre Harapiento"