viernes, 30 de noviembre de 2012

En los márgenes

“Nací en un tiempo en el que la mayoría de los jóvenes habían dejado de creer en Dios, por la misma razón que sus mayores habían creído en Él - sin saber por qué. Siendo así, y dado que el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente y no porque piensa, la mayoría de esos jóvenes eligió la Humanidad como sucedáneo de Dios. Pertenezco, sin embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que pertenecen y no ven solo la multitud de la que forman parte, sino también los grandes espacios que hay a sus costados...”

viernes, 23 de noviembre de 2012

el perfecto camuflaje


"—La Tierra... —musitó Arthur.
—Bueno, en realidad es la Tierra número Dos —dijo alegremente Slartibarfast—. Estamos haciendo una reproducción de nuestra cianocopia original.
Hubo una pausa.
—¿Está tratando de decirme —inquirió Arthur con voz lenta y controlada— que ustedes... hicieron originalmente la Tierra?
—Claro que sí —dijo Slartibarfast—. ¿Has ido alguna vez a un sitio que... me parece que se llamaba Noruega?
—No —contesto Arthur—, no he ido nunca.
—Qué lástima —comentó Slartibarfast—, eso fue obra mía. Ganó un premio, ¿sabes?
¡Qué costas tan encantadoras y arrugadas! Lo sentí mucho al enterarme de su destrucción.
—¡Que lo sintió!
—Sí. Cinco minutos después no me habría importado tanto. Fue un error espantoso.
—¡Cómo! —exclamó Arthur.
—Los ratones se pusieron furiosos.
—¡Que los ratones se pusieron furiosos!
—Pues sí —dijo el anciano con voz suave.
—Y me figuro que lo mismo se pondrían los perros, los gatos y los ornitorrincos, pero...
—¡Ah!, pero ellos no habían pagado para verlo, ¿verdad?
—Mire —dijo Arthur—, ¿no le ahorraría un montón de tiempo si me diera por vencido y me volviese loco ahora mismo?
Durante un rato el aerodeslizador voló en medio de un silencio embarazoso. Luego, el anciano trató pacientemente de dar una explicación.
—Terráqueo, el planeta en el que vivías fue encargado, pagado y gobernado por ratones. Quedó destruido cinco minutos antes de alcanzarse el propósito para el cual se proyectó, y ahora tenemos que construir otro.
Arthur sólo se quedó con una palabra.
—¿Ratones? —dijo.
—Efectivamente, terráqueo.
—Lo siento, escuche.... ¿estamos hablando de las pequeñas criaturas peludas que tienen una fijación con el queso y ante los cuales las mujeres se subían gritando encima de las mesas en las comedias televisivas a principios de los sesenta?
Slartibarfast tosió cortésmente.
—Terráqueo —dijo—, resulta un poco difícil seguir tu manera de hablar. Recuerda que he estado dormido en el interior de este planeta de Magrathea durante cinco millones de años y no sé mucho de esas comedias televisivas de los primeros sesenta de que me hablas. Mira, esas criaturas que tú llamas ratones, no son enteramente lo que parecen. No son más que la proyección en nuestra dimensión de seres pandimensionales sumamente hiperinteligentes. Todo eso del queso y de los gritos no es más que una fachada.
El anciano hizo una pausa y, con una mueca simpática, prosiguió:
—Me temo que han hecho experimentos con vosotros.
Arthur pensó aquello durante un segundo, y luego se le iluminó el rostro.
—¡Ah, no! —dijo—. Ya veo el origen del malentendido. No, mire usted, lo que pasó es que nosotros hacíamos experimentos con ellos. Con frecuencia se les utilizaba en investigaciones conductistas, Pavlov y todas esas cosas. De manera que lo que pasó fue que a los ratones se les presentaba todo tipo de pruebas, aprendían a tocar campanillas y a correr por laberintos y cosas así, para luego analizar todas las características del proceso de aprendizaje. Por la observación de su conducta, nosotros aprendíamos todo tipo de cosas sobre la nuestra...
La voz de Arthur se apagó.
—Es de admirar... —dijo Slartibarfast— semejante sutileza.
—¿Cómo? —dijo Arthur.
—Qué cosa mejor para ocultar su verdadera naturaleza, para guiar mejor vuestras ideas: correr de pronto por el lado erróneo de un laberinto, comer el trozo equivocado de queso, caer repentinamente muertos de mixomatosis...; si eso se calcula adecuadamente, el efecto acumulativo es enorme.
Hizo una pausa para causar efecto.
—Mira, terráqueo, son seres pandimensionales realmente listos y especialmente hiperinteligentes. Vuestro planeta y vuestra gente han formado la matriz de un ordenador orgánico que realizaba un programa de investigación de diez millones de años... Permite que te cuente toda la historia. Llevará un poco de tiempo..."


Extraído de "Guía del Autoestopista Galáctico"